martes, 13 de diciembre de 2016

Comenzando en infantil

Asignatura: Organización en el aula.


PERÍODO DE ADAPTACIÓN




El período de adaptación sucede durante los primeros días del primer curso de infantil. Como su propio nombre indica, es el espacio de tiempo que transcurre desde la llegada del niño o la niña a la escuela infantil hasta su adaptación a ella. En el cual la niña o el niño va formando y preparando, desde el punto de vista de los sentimientos, la aceptación de un nuevo medio: el cole.
Para las niñas y niños es un gran cambio, ya que su familia ya no será su único entorno, sino que el cole formará parte de su día a día, el cual al principio será algo nuevo y extraño para él o ella. La convivencia con sus compañeros/as y maestras/os, podrá resultarle estresante, pero conforme vaya adaptándose, cada vez le parecerá más emocionante relacionarse con ellos y ellas y aumentará su autonomía personal. Aunque el proceso será difícil, ya que el niño o la niña se enfrentará a un problema con el que no había tenido que lidiar antes: ya no será el protagonista, sino que compartirá dicho papel con sus compañeros y compañeras, sus iguales. Esto lo llevará a una serie de conductas -en gran parte negativas- que tendrá que superar con ayuda de los adultos. A cada niña o niño le lleva un tiempo prudencial adaptarse, por ello hay que tener paciencia y observar este proceso como parte natural de su desarrollo.


Debe de darse la importancia que se merece a este proceso, ya que dependerá de cómo lo asimile su posterior actitud ante la escuela, las relaciones sociales y ante los aprendizajes a lo largo de su escolarización.
Para que este período sea lo más breve e indoloro posible, debe empezar antes que el comienzo de las clases, en este primer momento los papás y mamás deben entender los extensos beneficios que conllevará el cole a su hija o hijo: le planteará retos, le ayudará en la formación de hábitos, en la concepción de su propio cuerpo y el de sus compañeros y compañeras, y en el desarrollo de su personalidad y sus habilidades sociales, entre otras cosas. Tras comprender esto, deben afrontar el ingreso en la escuela infantil como algo bueno, y transmitirle ilusión, calma y seguridad a su hijo o hija a la hora de hablar del cole para que este o esta lo conciba de esa manera, porque ellos son la mayor influencia sobre el infante. Aunque, como es normal, las mamás y papás tengan dudas y temores, es muy importante que no transmitan esto a la niña o el niño, pues no hará más que acrecentar su miedo y estrés por lo desconocido. Cuando estos lo dejen en el cole, es necesario expresarse con serenidad y alegría, y especificarle que volverán pronto a por él o ella, por descontado queda que no se debe alargar la despedida ni hacerla penosa. Para incorporarse a las clases, lo ideal es la entrada de forma progresiva, comenzando con un periodo de tiempo corto.
Hay varios tipos de reacciones con el primer contacto, no debemos alarmarnos ante ninguna, sino estar atentos para prestarle mucho afecto, para que encuentre la confianza necesaria para enfrentarse a su período de adaptación particular. La afrontación de su propio ingreso en la escuela puede ser positiva o negativa, siendo esta última la más frecuente.








Las reacciones más comunes son:

-Sentirse tranquilos y estar dispuestos a conocer su nuevo grupo (esta es la menos frecuente, pero la mejor para el niño o la niña; le llevará a relacionarse con los demás, manipular los objetos del aula, familiarizarse con un nuevo espacio adaptado para ella o él, etc.).
-Mostrarse callados y en poco tiempo adaptarse a su nuevo entorno.
-Llorar, patalear o pegar.
-Mostrarse retraídos o callados y evitar la relación con otros niños y niñas y con la maestra o maestro, preferirán estar solos.


Es posible que el niño o la niña sienta angustia por la separación de su figura de apego (sus padres), por lo que puede que sea necesario que la mamá o el papá esté presente en la clase para que la niña o el niño se sienta seguro, deberá ser siempre bajo las instrucciones del educador o educadora. Lo más correcto es que se coloque en un lugar apartado, pudiendo tener una presencia física pero no participativa, de tal manera que la niña o el niño se sienta seguro en un primer momento, mientras que los padres realizan otra actividad, como leer un libro.
Cuando el niño o la niña alcanza el primer estado de confianza, el papá o la mamá esperará fuera en un lugar que conozca la niña o el niño, para que pueda despedir a su mamá o papá sin llantos y luego elija quedarse jugando con sus compañeros y compañeras. Es indispensable que el centro tenga los teléfonos y datos de los padres y madres para informarles acerca de sus hijos y/o hijas.
Es de suma importancia que los papás y mamás tengan una relación fluida y permanente con los docentes, intercambiando toda la información que se pueda, acudiendo a entrevistas iniciales y reuniones que el centro convoque. Así unos informarán a los otros para ayudar a que este período sea lo más llevadero posible para la niña o el niño.
Sugerencias para las rutinas diarias:

-Acueste a su hijo o hija a una hora adecuada, para que pueda estar descansado y alerta al día siguiente.

-Prepare con antelación los materiales y el desayuno del niño o la niña. Los días iniciales póngale para almorzar alimentos que le gusten y le sean fáciles al comer.

- Levántese con el tiempo necesario para que el desayuno se desarrolle sin prisas y agradablemente, permitiendo a su hija o hijo ingerir sus alimentos tranquilamente.

-Durante este período es aconsejable que sea una persona la que lo lleve al centro educativo.

-El viaje al colegio debe ser tranquilo y la despedida agradable, sin apremios por la hora.

-Cuando se despida de ella o él, debe hacerlo con afecto, alegría y seguridad. Recuerde que es usted quien más le puede influenciar a la hora de la perspectiva que tenga de su nuevo entorno.

-Recuerde que todas las reacciones son normales, evite las presiones o preocupaciones excesivas. Cada niño o niña es diferente, no se preocupe si tarda más de lo esperado en adaptarse, respete su temporización.

-Si siente temores o ansiedades, procure no transmitírselas. En lugar de ello, háblelo con otro adulto.

-No permita que su hija o hijo falte a clase, excepto si es por un problema de salud. No asistir entorpecerá el proceso.

-Si cae enfermo/a o está indispuesta/o, no lo fuerce a ir al cole. Será inútil, porque no podrá aprovechar la jornada escolar y le creará sentimientos de abandono.

-Otra forma de crearle sensación de abandono es llegar tarde a recogerlo. Sea puntual.

-Converse animádamente con ella o él a cerca de lo que ha hecho en el cole. Felicitándole por sus logros, los juegos y las actividades que ha realizado. 

-Hay que evitar hacer cambios simultáneamente, como por ejemplo dejar el pañal cuando llega el momento de iniciarse en un centro de aprendizaje o que coincida con dejar el biberón. Recuerde que una situación de cambio requiere un trabajo paciente.

A pesar de estas rutinas, en casa pueden mostrar trastornos del sueño o digestivos, regresión en el control de esfínteres, fiebre... Debido a los sentimientos de abandono. Pero las rutinas contribuirán a que no se presenten o que se eliminen fácilmente.




En el aula debe planificarse un programa para la adaptación. En los primeros quince días deberá de plantearse una serie de prioridades (adaptación al espacio, a los compañeros y compañeras, a la separación familiar...). Además, el docente deberá adaptarse también a los ritmos de cada uno y entender que las alumnas y los alumnos comienzan la escuela con diferentes niveles de madurez social y emocional. Observar constante y exhaustivamente a sus alumnos y alumnas se convertirá en un hábito para conocerlos y comprenderlos.
Debe crearse un ambiente motivador, cálido y afectivo, a través de la decoración y de la propia maestra o maestro. Cuando los niños y las niñas lleguen a la escuela, se encontrarán en un espacio armonioso y ameno, bien decorado y con buena disposición del material.
Es necesario que la niña o el niño se sienta seguro, querido y confiado para su progresiva adaptación, adquiriendo los conocimientos necesarios para alcanzarla. 
Existen dos formas de incorporación del grupo: comenzar las clases todos juntos o dividirlos en pequeños grupos. En la primera toda la clase comenzará el colegio mediante horarios progresivos y en la segunda además de ser los horarios progresivos, también lo será la incorporación de pequeños grupos que forman la clase.
Las actividades deberán realizarse de manera que:

-Se alternen al aire libre y dentro del aula.

-Se incluya la música para serenar a los niños y las niñas.

-Se utilice el juego como forma de expresión.

-Despierten su curiosidad.

-Socialicen con sus compañeras y compañeros.

-Se les presentará una serie de normas del aula para que comiencen a asimilar rutinas.


El docente debe comprender lo dolorosa y angustiosa que es la separación para el niño o la niña; por ello, se comportará con ellos y ellas de manera afectuosa, amable y comprensiva. Los lloros, la agresividad o la pasividad son reacciones lógicas ante la gran ansiedad que les supone.

Así, la familia como los docentes, se pondrán manos a la obra en el peliagudo período que es el de la adaptación al centro de la niña o el niño. Aunque la superación de este solo dependa de ella o él, los primeros le influirán con conceptos positivos sobre su estancia en el cole y transmitiéndole seguridad y afecto. Con su ayuda, los niños y las niñas superarán este proceso, y la escuela será para ellos y ellas un lugar que les da seguridad y confianza, que les ofrece la satisfacción de sus necesidades y que les estimula y ayuda a desarrollarse y a crecer felices.




ASAMBLEA


La asamblea es un momento de encuentro, un hábito muy beneficioso para la vida escolar dado que se pone el énfasis en la comunicación extendiéndose al ámbito de la comprensión y la expresión, ya que el objetivo es que los alumnos y alumnas aprendan a interpretar y producir mensajes dentro de sus contextos naturales. El elemento motor de la asamblea es la conversación, entendiéndose como "una sucesión de varios intercambios relacionados entre sí, motivados por la propia dinámica del diálogo, sin intervención directa en la acción". 
Constituye uno de los núcleos principales de una metodología activa y constructivista, en donde se establecen cauces de comunicación entre los niños y niñas y el tutor o la tutora, el descubrimiento de nuevos conceptos, vías de resolución de conflictos, conocimiento de los diversos materiales que van siendo necesarios en el aula, y un gran número distintas experiencias que van enriqueciendo a nuestras alumnas y alumnos. A quienes les resultará difícil al comenzar esta nueva forma de relacionarse, dado que no están en el ámbito familiar al que están acostumbrados.
La asamblea ha de realizarse en un espacio delimitado. En las aulas de educación infantil, los niños se sitúan en torno a una alfombra, en un espacio que cierran algunos muebles y que de alguna manera lo hace aparecer como algo diferente del espacio global del aula.


Todas las mañanas, colocaremos una alfombra, unos cojines o unas esterillas -lo que sea que resguarde a nuestros pequeños del frío suelo- y nos sentaremos en círculo, con la espalda recta y las piernas cruzadas, para contarnos cualquier cosa que nos apetezca sobre cómo nos sentimos o qué nos ha pasado. Luego, pasaremos lista, repasaremos qué día es hoy y el tiempo que hace.
Además de estos pasos, podemos también cantar canciones, bailar, jugar, ¡cualquier cosa que se nos ocurra para que nuestros niños y niñas comiencen la jornada felices y animados!
Mediante los ejercicios y las actividades conversacionales se pueden ir aprendiendo destrezas básicas tales como:

Socialización:
− Reconocimiento de los compañeros.
− Vivenciación de la pertenencia a un grupo.
− Respeto a las normas de convivencia.
− Aceptación de responsabilidades.
− Respeto a los turnos establecidos.
− Hábitos de puntualidad en la entrada.

Capacidades lingüísticas:
− La expresión.
− La ampliación de las estructuras vocales.
− Respeto al turno de palabra.
− Capacidad para situarse en el tema que se esta tratando, sin mezclarlo con otros
temas. 

Capacidad para centrarse en el espacio y en el tiempo:
− Reconocimiento del espacio.
− La organización de la estructura de corro.
− Establecimiento de relaciones entre el espacio y la función que tiene.
− Vivenciación de secuencias temporales a través de la rutina de la asamblea.
− Adquisición de nociones temporales. 

Capacidades afectivas:
− Establecimiento de vínculo con el docente y con los iguales.
− La estabilidad emocional que proporciona la seguridad de las rutinas.
− La adaptación diaria de la vida escolar.
− La regularidad en los hábitos de trabajo.
− La superación de la timidez al participar en las actividades de la asamblea.
− El desarrollo de la autoestima. 

Desarrollo de las capacidades cognitivas:
− Desarrollo de la atención y de la observación.
− Conocimiento de la realidad próxima.
− Establecimiento de las relaciones de causa – efecto.
− Desarrollo de la memoria.
− Discriminación de detalles.

También es importante nombrar los encargados de cada día, designándolos por equipos, que se ocuparán de recordar qué día es hoy, qué tiempo hace o qué hay para comer en el comedor. Debe haber encargados de asamblea, de calendario, de asistencia, de repartir el material, de biblioteca, de clase, de naturaleza, de la mascota u otras responsabilidades.
Cuánto más nivel de participación requiera este espacio de tiempo mejor, ya que las niñas y los niños de 2 a 6 años suelen desviar su atención muy fácilmente. Mantener un tema de conversación que les interese no será fácil, dado que su forma de participar suele ser espontánea y desorganizada. Por ello, será importante planificarlo todo meticulosamente.
La colocación de los niños y niñas en las asambleas puede ser:
-Alrededor de un sujeto de observación: Todos los alumnos y alumnas pueden observar y escuchar al mismo tiempo y es la maestra o el maestro quien se desplaza; puede hablar individualmente y está a disposición de todos.



-Sin sujeto de observación: Los niños y las niñas se sientan en el suelo en la postura más cómoda para cada uno; el maestro o la maestra se sienta también en el suelo o en una silla baja e intenta colocar cerca de ella o él (por motivos puramente metodológicos) a las niñas y los niños más inhibidos en el momento de su participación, a los niños y las niñas con atención más dispersa los sitúa estratégicamente, a los niños o niñas con mayor nivel de participación los distribuye separados para que constituyan núcleos activos repartidos entre el grupo, porque supone un mayor grado de motivación y al mismo tiempo un mayor potencial de atención.


No debemos cometer el error -como suele hacerse- de subestimar el gran valor educativo y emocional que poseen estas pequeñas y especiales reuniones para nuestros niños y niñas. Reforcémosles para que se expresen y no nos frustremos si la asamblea no sale tan bien como esperábamos, no olvidemos que los adultos aquí somos los profes.

Aquí os dejo un vídeo muy interesante sobre este tema:









JORNADA ESCOLAR




Para las niñas y los niños, un horario organizado y regular les aporta tranquilidad y seguridad. Por ello, nuestra jornada escolar debe temporizarse en una serie de rutinas que establezcan qué, cuándo y cómo hacer las tareas diarias. Sabemos que el tiempo es un concepto abstracto, por ello complejo para ser comprendido por la mente del niño o la niña de la etapa de Educación infantil. A pesar de esto, existen recursos y estrategias que podemos introducir progresivamente en la jornada escolar para que la niña o el niño consiga orientarse y prever qué cosas es posible que sucedan dentro del caótico mundo de los adultos y sus horarios.
Hace dos posts, en el que explicábamos el período de adaptación, decíamos que a los niños y niñas les resulta difícil adaptarse a la escuela; pues uno de los motivos de esta dificultad -quizá el de más peso-, se debe a su desconocimiento del tiempo. La primera mañana la vive eterna y sin consuelo, hasta que paulatinamente comprende la sucesión del tiempo a través de las rutinas. Cuando observa que diariamente ocurren las mismas cosas y que su papá y/o su mamá, llegado el momento, regresan a por él, siempre después de ponerse el abrigo, comienza a aumentar su seguridad y a disminuir su ansiedad, de ahí la importancia de ayudarles a establecer estas rutinas.
Por lo tanto, lo que pretendemos que asimilen con las rutinas es:

-Conocer las tareas que hay que hacer en cada momento.

-Saber anticiparse a lo que viene a continuación.

-Proporcionar seguridad al saber lo que tienen que hacer en cada momento.

-Desarrollar su autonomía.

Nuestra pretensión final es, al fin y al cabo, crear hábitos, es decir, modos de actuar que aprendemos y/o adquirimos con la intención de satisfacer nuestras rutinas.
A partir de las rutinas y hábitos, se desarrollan:

-Normas: El conjunto de ordenaciones que regulan la vida cotidiana y el comportamiento que hay que seguir en el aula.

-Pautas: Guías o ayudas que orientan o regulan el comportamiento sin coacciones ni presiones.

-Límites: Extremos o puntos que ponemos en la acción o el comportamiento de los niños y las niñas, con los demás, con los materiales... Para dejar claro que no pueden rebasarlos.


La jornada infantil rompe con la rigidez y la inflexibilidad de otras etapas educativas, y compagina la estabilidad necesaria en rutinas que ordenan la vida en la escuela y en el aula. Cada niño y niña tiene que tener su tiempo para la construcción de sus aprendizajes, como actuar y acabar todo lo que empieza; tiempo y oportunidad para estar solo, en pareja, en gran grupo, en grupo pequeño o con el adulto; tiempo para actividades y juegos espontáneos; y tiempo para actividades más específicas y planificadas alrededor de los diversos contenidos curriculares.
Las rutinas deberán adaptarse a la edad, necesidades, intereses y motivaciones de las niñas y los niños, además de respetar su desarrollo psicoeducativo y su ritmo individual y grupal. 
Necesidades de los alumnos:

-Fisiológicas: Alimentación, higiene, descanso, sueño y seguridad física.

-De juego y de diversión: Disfrute, sensaciones placenteras...

-De socialización: Conocimiento del otro, compartir, juego en común, conversación...

-Afectiva y emocional: Sentirse querido, contactos físicos, caricias, afecto, confianza, intimidad acompañada, puntos de referencia...

-De movimiento: Relación e interacción, descubrimiento, movimiento, autonomía motriz, coordinación y conocimiento...

-De autonomía: Separación, seguridad, elección propia, eliminación de barreras, acceso autónomo...

-De expresión y de comunicación: Expresión plástica, corporal, verbal, musical o dramática; creaciones; descubrir el lenguaje escrito... 

-De descubrir y de investigación: Observación y aproximación a los objetos y personas y descubrir qué son y qué hacen...

-De conocerse y de situarse en el espacio y en el tiempo: Descubrimiento de la propia imagen, organización del espacio y del tiempo.

-Especiales: Según los ritmos de aprendizaje individuales.

-Cognitivas: Desarrollo de las diferentes capacidades (simbolización, observación, memorización, atención, conceptualización, imaginación, etc.)

-De manipulación: Manipulación de todo tipo de materiales.

-De creación e imaginación: Realización de actividades creativas a nivel individual y a nivel grupal.



Así pues, la jornada escolar se estructurará de esta manera:

Momentos generales:
-La acogida.
-El encuentro con el grupo: el corro y la asamblea.
-Tiempos en los talleres y rincones.
-El patio.
-El comedor.

Momentos en la jornada encolar:
-De encuentro.
-De asamblea.
-De escuchar.
-De trabajar.
-De aseo personal.
-De juego libre.
-De recoger.
-De almorzar.
-De juego en el patio.
-De relajación.
-De trabajar proyectos.
-De trabajar por unidades didácticas.
-De trabajar en los talleres.
-De trabajar en los rincones.
-De despedida.

Diferentes actividades en los diferentes momentos del día:
-Libres.
-Colectivas.
-Individuales.
-De pequeño grupo.
-Juego.
-De áreas curriculares.


En función a estos datos, elaboraremos un horario que se adapte a nuestros alumnos y alumnas, con el que puedan secuenciar y comprender un poquito mejor el mundo que les rodea.






ORGANIZACIÓN EN EL AULA


La organización del ambiente escolar es de suma importancia para que los niños y las niñas se encuentren en un espacio propicio para su aprendizaje y desarrollo a través de las interacciones que establecen con él. Por medio de la disposición del ambiente, el docente constituye una cuidada intervención educativa, ya que condicionará la actividad infantil mediante la movilización de los aprendizajes para desarrollar la individualización y la socialización en los niños y niñas. Siempre en función de las necesidades y los intereses de nuestras alumnas y alumnos, planificaremos el espacio, el tiempo y los materiales. Estos tres factores constituyen un objeto de aprendizaje y, a la vez, un recurso didáctico.
La influencia del ambiente en la intervención educativa conlleva que este nunca podrá ser neutro, ya que promueve y facilita o anula e inhibe determinadas conductas y actividades, y condiciona el tipo de relaciones personales e intercambios. También nos ayuda a prever la conducta de las niñas y los niños, facilitándonos el poder disponer intencionadamente determinados entornos para promover actividades especificas. La observación de los niños y las niñas en estas situaciones de juego y la utilización que hacen de cada espacio concreto permite a las maestras y maestros contrastar y mejorar las decisiones tomadas.
Gracias a esta dinámica que considera el ambiente como agente educativo de primer orden, nos encontraremos con que se valoran los espacios como proveedores de distintas motivaciones y posibilidades de acción, que aprender se descentra de la acción exclusiva del educador y del trabajo de mesa, y que la maestra o el maestro no limitará al aula la tarea educativa sino que tendrá en cuenta todos los espacios del centro (aula, pasillos, aseos, las salas de profes y de materiales, patio, comedor, etc.). Dichos espacios deben diseñarse y distribuirse con una intencionalidad educativa y de manera estable, a la par que permitan atender a las necesidades de movimiento, afecto, juego, exploración, comunicación, descanso, etc. de los niños y niñas.
Se organizará en función de: 
Los protagonistas (niñas y niños):
-Su dimensión social, económica y cultural.
-Su edad.
-Su desarrollo.
-Sus necesidades e intereses.
-Los valores culturales.
Propiciando el encuentro y la relajación.



Los criterios para la distribución y organización del espacio son:

1. Espacio estimulante y a la vez ordenado en el que se les ofrezcan distintas posibilidades de acción.

2. Espacio cálido y confortable en el que las niñas y los niños se sientan a gusto.

3. Espacio con elementos que ofrezcan la posibilidad de manipulación, que inviten al juego y a la recreación.

4. Espacio que facilite el encuentro entre los miembros del grupo, a la vez que permita el aislamiento, el trabajo y el juego individual.

5. Espacio que propicie su utilización autónoma. Los recursos han de estar al alcance de todos y todas, y con una distribución clara.

6. Espacio que se aproxime a cubrir de manera global las necesidades de todos los niños y las niñas, pero también sus preferencias e intereses particulares.

7. Espacio que delimite las distintas zonas y que aproveche las paredes, el suelo y el techo.

8. Espacio amplio, sugestivo, motivador, seguro, accesible, dinámico y funcional.

Dados estos criterios, podemos sacar en claro que la organización de los espacios aprovechará los recursos y se adaptará a las características del alumnado. Además, será progresiva, participativa, flexible, funcional, etc. Con el fin de que su intencionalidad educativa se lleve a término.

Características primordiales de los espacios:
-SEGUROS
-ESTIMULANTES
-ORDENADOS
-LIMPIOS

El papel de la maestra o el maestro en la disposición del ambiente es fundamental, organizará el espacio de forma que pueda dar respuesta a la capacidad exploratoria, observadora e imaginativa que los niños y las niñas manifiestan en su trabajo diario.
Ya que un adecuado ambiente garantizará a las alumnas y alumnos afecto, autonomía, socialización, movimiento, juego, comunicación, inserción cultural, cobertura de las necesidades fisiológicas, descubrimiento y conocimiento, debemos tenerlo muy en cuenta, adaptándolo a ellos y ellas.
Algunas de las tareas más importantes del educador o educadora son:

-Promover la participación de todos los implicados en la vida de la escuela (familias, niños y niñas...) para favorecer las relaciones y la comunicación, la implicación de las familias en la tarea educativa y la sensibilización hacia la importancia que tiene el diseño del ambiente.

-Aprovechar al máximo todos los espacios del centro.

-Contemplar en su conjunto el ambiente escolar procurando que se aproxime a cubrir las necesidades de todos y también que responda a los intereses particulares.

-Planificar con intencionalidad, lejos de los cambios puramente externos, realizando un análisis continuo de  las relaciones e interacciones que se producen entre los protagonistas de la acción educativa.

-Observar la utilización que las niñas y los niños hacen del espacio y los materiales, para así introducir las modificaciones y "novedades" oportunas.


Debemos tener en cuenta que no existe una organización espacial modélica. Cada docente ha de buscar la más adecuada para las características de su grupo y sus condiciones materiales concretas. Los rincones, talleres y proyectos suelen ser las metodologías más acertadas, dado que requieren de participación activa y autónoma de las niñas y los niños en la construcción de sus aprendizajes.
En el primer ciclo (0-3 años) debemos estimular con el espacio la interacción entre iguales y el adulto, la realización de acciones sobre los objetos, el libre desplazamiento y la creación de un marco de seguridad física y emocional.
Un ejemplo de organización espacial podría ser:

·Primer año:
-Zona de acceso al aula (espacio de identidad).
-Zona de alfombra.
-Zona para gateo y desplazamientos.
-Zona de descanso, sueño...
-Zona de aseo.
-Zona de biberones.
-Etc.

·Segundo y tercer año:
-Zona de acceso al aula (espacio de identidad).
-Zona de asamblea.
-Zona de juego simbólico.
-Zona para el movimiento y desplazamiento.
-Zona para la manipulación y exploración.
-Zona de aseo.
-Etc,

En el segundo ciclo (4-6 años) la estimulación que propicie el espacio debe enfocarse a la consecución de los diversos aprendizajes a través de Zonas.
Un ejemplo de organización espacial podría ser:

-Zona de acceso al aula (espacio de identidad).
-Zona de entrada/salida.
-Zona de reciclaje.
-Zona para actividades individuales y grupales.
-Zona polivalente.
-Zona de asamblea.
-Zona aprendizaje y juego con rincones.
-Zona de expresión y comunicación.
-Zona estática o de exposición.
-Zona para la maestra o el maestro.
-Etc.

Siguiendo estas pautas, podremos generar un ambiente propicio para el aprendizaje de nuestros pequeños y pequeñas, con el que disfruten aprendiendo y les sugestione positivamente hacia el cole.

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